El tiempo veraniego llena ya las playas
El buen tiempo del domingo sirvió para registrar el primer gran día de sol de la temporada, algo que aprovecharon los granadinos para bajar a la costa
Tras unos días en los que en la Costa el fuerte viento fue el protagonista, el tiempo dio una tregua este fin de semana y el sol recuperó el reinado que ya en primavera le toca ocupar. Con temperaturas que en algunos momentos del día alcanzaron los 25 grados, el litoral granadino registró ayer un ambiente propio casi del verano. Las ganas de dejar atrás el mal tiempo después del duro invierno eran muchas y de disfrutar de la playa aún más.
Numerosas familias procedentes de distintos rincones de la provincia decidieron aprovechar el día festivo para pasar el día junto al mar y en el horizonte se podía ver una marea de sombrillas. Con la llegada masiva de público, algunos municipios acusaron los primeros problemas de aparcamiento.
En Salobreña, el equipo de gobierno, según informó hace algunos días, ha decidido instalar la zona azul como experiencia piloto con precios reducidos y que funcionará de 9 de la mañana a 9 de la noche. Mientras, algún 'gorrilla' que otro hizo el agosto orientando a los conductores donde debían aparcar y otros improvisaron una plaza 'alternativa' dejando el automóvil pegado al paseo.
Cargados con las sillas, la sombrilla, la nevera, la comida y otros enseres playeros, las familias recorrieron los escasos metros que separan el vehículo de la arena. Ahora sólo quedaba encontrar algún hueco libre en la arena. "¿Te parece que nos pongamos aquí?", preguntaba el padre buscando la aprobación de su cónyuge: "No, Enrique, vamos un poco más allá".
Ya en la ribera, a escasos metros del mar y después de instalar sin mayores complicaciones el parasol (ya que en esta jornada el movimiento de aire era nulo), los usuarios pudieron desplegar las toallas sobre al arena, liberarse de sus ropas y lucir la piel blanca en traje de baño, algunos de ellos por primera vez en el año.
Para los chiringuitos este fin de semana supuso un balón de oxígeno después de un invierno tan largo en una especie de 'aperitivo' previo a la Semana Santa que está a la vuelta de la esquina. Así, registraron el lleno en sus terrazas a pesar de la crisis. Con los primeros clientes, también llegaron varios artistas callejeros que abandonaron las plazas de la ciudad para aprovechar el filón de la Costa, y además de ofrecer sus canciones a cambio de alguna moneda ellos mismos también disfrutaron de la energía que da el sol. A la dueña de un establecimiento, sin embargo, le pareció que estaban molestando a sus comensales y les hizo que salieran del entorno de la terraza.
Los rayos del astro rey a mediodía eran tan fuertes que algunos empezaban a acusar rojeces en la piel, mientras que los más previsores la cubrieron con protector solar para prevenir quemaduras.
En este fin de semana del mes de abril los que iban ataviados con trajes de baño ya ganaban a los que iban de calle, aunque éstos se arremangaron los pantalones y las camisetas para dejar a cubierto, la mayor parte de su cuerpo posible. Algún atrevido se quedó en ropa interior intentando dar el pego de que se trataba de un bañador: "¿No se nota mucho, no?", preguntó a un amigo mientras se introducían en el agua. A pesar de que no eran muchos los valientes que decidieron probar la temperatura del agua, los que lo hacían no mostraban señales de frío, y más de uno comentaba que estaba "muy buena".
Muchos jugaban al fútbol en una improvisada cancha en la que las chanclas delimitaban las porterías. Otros paseaban por la orilla mientras una pareja de jubilados se conformaban con estar sentados y, bajo su sombrilla, observar la inmensidad del mar y a los que iban y venían. Los más pequeños fueron los que más disfrutaron con las regaderas, los cubos, las palas y los rastrillos que sus padres habían desempolvado del verano anterior.
Numerosas familias procedentes de distintos rincones de la provincia decidieron aprovechar el día festivo para pasar el día junto al mar y en el horizonte se podía ver una marea de sombrillas. Con la llegada masiva de público, algunos municipios acusaron los primeros problemas de aparcamiento.
En Salobreña, el equipo de gobierno, según informó hace algunos días, ha decidido instalar la zona azul como experiencia piloto con precios reducidos y que funcionará de 9 de la mañana a 9 de la noche. Mientras, algún 'gorrilla' que otro hizo el agosto orientando a los conductores donde debían aparcar y otros improvisaron una plaza 'alternativa' dejando el automóvil pegado al paseo.
Cargados con las sillas, la sombrilla, la nevera, la comida y otros enseres playeros, las familias recorrieron los escasos metros que separan el vehículo de la arena. Ahora sólo quedaba encontrar algún hueco libre en la arena. "¿Te parece que nos pongamos aquí?", preguntaba el padre buscando la aprobación de su cónyuge: "No, Enrique, vamos un poco más allá".
Ya en la ribera, a escasos metros del mar y después de instalar sin mayores complicaciones el parasol (ya que en esta jornada el movimiento de aire era nulo), los usuarios pudieron desplegar las toallas sobre al arena, liberarse de sus ropas y lucir la piel blanca en traje de baño, algunos de ellos por primera vez en el año.
Para los chiringuitos este fin de semana supuso un balón de oxígeno después de un invierno tan largo en una especie de 'aperitivo' previo a la Semana Santa que está a la vuelta de la esquina. Así, registraron el lleno en sus terrazas a pesar de la crisis. Con los primeros clientes, también llegaron varios artistas callejeros que abandonaron las plazas de la ciudad para aprovechar el filón de la Costa, y además de ofrecer sus canciones a cambio de alguna moneda ellos mismos también disfrutaron de la energía que da el sol. A la dueña de un establecimiento, sin embargo, le pareció que estaban molestando a sus comensales y les hizo que salieran del entorno de la terraza.
Los rayos del astro rey a mediodía eran tan fuertes que algunos empezaban a acusar rojeces en la piel, mientras que los más previsores la cubrieron con protector solar para prevenir quemaduras.
En este fin de semana del mes de abril los que iban ataviados con trajes de baño ya ganaban a los que iban de calle, aunque éstos se arremangaron los pantalones y las camisetas para dejar a cubierto, la mayor parte de su cuerpo posible. Algún atrevido se quedó en ropa interior intentando dar el pego de que se trataba de un bañador: "¿No se nota mucho, no?", preguntó a un amigo mientras se introducían en el agua. A pesar de que no eran muchos los valientes que decidieron probar la temperatura del agua, los que lo hacían no mostraban señales de frío, y más de uno comentaba que estaba "muy buena".
Muchos jugaban al fútbol en una improvisada cancha en la que las chanclas delimitaban las porterías. Otros paseaban por la orilla mientras una pareja de jubilados se conformaban con estar sentados y, bajo su sombrilla, observar la inmensidad del mar y a los que iban y venían. Los más pequeños fueron los que más disfrutaron con las regaderas, los cubos, las palas y los rastrillos que sus padres habían desempolvado del verano anterior.
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