GRANADA HOY
Casi seis de cada diez establecimientos del eje comercial formado por Reyes Católicos, Mesones y Recogidas están ocupados por grandes enseñas El comercio local está en clara minoría
GUADALUPE S. MALDONADO GRANADA | ACTUALIZADO 24.05.2014 - 01:00
Hay cientos de opciones, pero poca originalidad. De un tiempo a esta parte, las principales calles comerciales de todas las ciudades se han convertido en copias casi exactas -salvando las diferencias urbanísticas de cada ciudad- en cuanto a la oferta de establecimientos. Zara, H&M, Oysho, Pull&Bear, Blanco o Sfera son algunas de las tiendas que 'reinan' en la Milla de Oro de prácticamente todas las ciudades españolas, que cada vez ofrece menos alternativas al comercio local.
Granada no es diferente. Aunque el centro comercial abierto de la ciudad da al consumidor opciones para todos los gustos y para todos los bolsillos, la Milla de Oro, el eje formado por las calles Recogidas, Reyes Católicos y Mesones, se está convirtiendo poco a poco en terreno vedado para el comercio tradicional. La desaparición de establecimientos históricos como los almacenes La Villa en Reyes Católicos ha dado paso a la implantación de grandes cadenas y franquicias, que han ocupado sus locales y han arrinconado a los pocos supervivientes que aún quedan en estas vías comerciales de primer orden.
No hace falta tener datos en la mano para confirmar que el comercio tradicional se ha quedado en segundo plano en la Milla de Oro. Pero nunca están de más. En las tres principales calles comerciales de Granada -contado únicamente con el tramo de Recogidas que va hasta Pedro Antonio de Alarcón-, las cadenas y franquicias ocupan el 58,6 de los establecimientos (alrededor de 85), mientras que los comercios locales han ido reduciendo su representación hasta un 41,3% (unos 60). Mesones es la calle con mayor peso de las franquicias, ya que un 63,5% de los 52 establecimientos comerciales puros y duros -se quedan fuera las farmacias, por ejemplo- son grandes enseñas, lo que reduce a un 36,5% la representación del comercio local. En Recogidas esta relación es del 56,2% para las cadenas y del 43,8% para el comercio tradicional; mientras que en Reyes Católicos las franquicias y sucursales de grandes marcas ocupan un 55% de los locales.
Obviamente, hay otras calles en el centro de la ciudad donde la representación del comercio tradicional es mucho más representativa (Puentezuelas o Alhóndiga, por ejemplo), pero no deja de ser significativo el proceso de homogeneización que ha sufrido la Milla de Oro granadina.
El presidente de la Federación Provincial de Comercio, Enrique Oviedo, asegura que Granada puede ser una de las ciudades con más franquicias y cadenas por metro cuadrado, sobre todo teniendo en cuenta las reducidas dimensiones del centro comercial abierto. El representante de los comerciantes apunta que el hecho de que se instalen franquicias en la ciudad tiene sus pros y sus contras, aunque los contras tienen mucho mayor peso. Por un lado, es cierto que la implantación de una franquicia supone automáticamente multiplicar el tráfico de viandantes en una calle -basta con recordar el boom comercial de la calle Reyes Católicos desde que se instaló Zara-, lo que acaba beneficiando a todos los establecimientos de la zona. Pero, por otro lado, la competencia de estas grandes enseñas es prácticamente imbatible.
Aunque Oviedo indica que no todas las franquicias son iguales, sí que reconoce que aquellas cadenas que cuentan con fabricación propia y, por tanto, tienen unos márgenes enormes, "perjudican", y mucho, al comercio local. "Hacen mucho daño porque tienen precios con los que no se puede competir", asegura.
De hecho, la mejor prueba de que la llegada de una franquicia es una amenaza para algunos comercios locales es el hecho de que los pocos comercios tradicionales que aún quedan en la Milla de Oro son, sobre todo, zapaterías, que ofrecen un producto de calidad infinitamente superior al que ofrecen las grandes cadenas y con precios bastante similares. Sin embargo, pocas son las tiendas de moda que han resistido en estas calles los envites y el potencial acaparador de las grandes cadenas.
Uno de los propietarios de Calzados Nico, José Sánchez, confirma que "poco se puede hacer" para competir contra los márgenes de beneficio de franquicias y cadenas. La histórica tienda de calzado infantil lleva 57 años instalada en la calle Mesones, y ha sido testigo del enorme cambio que ha experimentado la vía. Sánchez reconoce que, por tratarse de un producto tan especializado, el flujo comercial que facilitan las grandes enseñas a la calle Mesones le beneficia, y que, aunque los márgenes de estas grandes empresas son imposibles de igualar, Calzados Nico cuenta con un público fiel que aprecia el trato directo y personalizado. "Cuidamos mucho a nuestras marcas nacionales, dando la mejor calidad a nuestros clientes", explica José.
Gloria Reinoso, de Zapaterías Reinoso, asegura que el potencial del comercio local no está cercado por las grandes franquicias precisamente porque uno y otro ofrecen distintas alternativas. "Creo que el comercio tradicional tiene un público y las cadenas, otro", indica Gloria, que asegura que el cambio de la calle Mesones tiene más que ver con la falta de relevo generacional que con la derrota del comercio tradicional. "Toda la vida ha habido transformaciones y en Mesones lo que ha habido sobre todo son cambios generacionales", explica. El hueco dejado por esos comerciantes tradicionales ha sido ocupado por cadenas, pero la propietaria de Zapaterías Reinoso, que lleva funcionando en la calle Mesones desde 1946, apunta que el éxito de este modelo de comercio depende también de los gustos del consumidor. "La gente es muy ventolera. Ya está pasando que, al salir a la calle y ver que todos van iguales, la gente se pregunta si no hay otro sitio donde vestir diferente".
Además, Gloria Reinoso defiende el potencial del comercio local, que, por su relación directa con las fábricas, puede tener "personalidad y estilo propio". La clave para sobrevivir, por tanto, está en "diferenciarse" de las grandes cadenas, y no hay mejor manera de hacerlo que ofrecerle al cliente un "trato personal" y profesional.
Enrique Navarro es otro superviviente entre grandes superficies. Su relojería lleva 46 años en la calle Recogidas, y ha sido testigo de primera mano de la profunda transformación que ha sufrido la vía -ampliación de las aceras y eliminación de los aparcamientos mediante- hasta convertirse en parte de la Milla de Oro granadina. Aunque reconoce que el comercio tradicional está en minoría, en su caso asegura que la llegada de las cadenas y del tráfico comercial que traen con ellas le ha beneficiado. "Cuanta más gente pase, mejor, porque habrá más movimiento", explica Enrique, que confía en salvar el salto generacional y que Relojerías Navarro continúe una trayectoria de casi medio siglo con su hijo al frente.
Granada no es diferente. Aunque el centro comercial abierto de la ciudad da al consumidor opciones para todos los gustos y para todos los bolsillos, la Milla de Oro, el eje formado por las calles Recogidas, Reyes Católicos y Mesones, se está convirtiendo poco a poco en terreno vedado para el comercio tradicional. La desaparición de establecimientos históricos como los almacenes La Villa en Reyes Católicos ha dado paso a la implantación de grandes cadenas y franquicias, que han ocupado sus locales y han arrinconado a los pocos supervivientes que aún quedan en estas vías comerciales de primer orden.
No hace falta tener datos en la mano para confirmar que el comercio tradicional se ha quedado en segundo plano en la Milla de Oro. Pero nunca están de más. En las tres principales calles comerciales de Granada -contado únicamente con el tramo de Recogidas que va hasta Pedro Antonio de Alarcón-, las cadenas y franquicias ocupan el 58,6 de los establecimientos (alrededor de 85), mientras que los comercios locales han ido reduciendo su representación hasta un 41,3% (unos 60). Mesones es la calle con mayor peso de las franquicias, ya que un 63,5% de los 52 establecimientos comerciales puros y duros -se quedan fuera las farmacias, por ejemplo- son grandes enseñas, lo que reduce a un 36,5% la representación del comercio local. En Recogidas esta relación es del 56,2% para las cadenas y del 43,8% para el comercio tradicional; mientras que en Reyes Católicos las franquicias y sucursales de grandes marcas ocupan un 55% de los locales.
Obviamente, hay otras calles en el centro de la ciudad donde la representación del comercio tradicional es mucho más representativa (Puentezuelas o Alhóndiga, por ejemplo), pero no deja de ser significativo el proceso de homogeneización que ha sufrido la Milla de Oro granadina.
El presidente de la Federación Provincial de Comercio, Enrique Oviedo, asegura que Granada puede ser una de las ciudades con más franquicias y cadenas por metro cuadrado, sobre todo teniendo en cuenta las reducidas dimensiones del centro comercial abierto. El representante de los comerciantes apunta que el hecho de que se instalen franquicias en la ciudad tiene sus pros y sus contras, aunque los contras tienen mucho mayor peso. Por un lado, es cierto que la implantación de una franquicia supone automáticamente multiplicar el tráfico de viandantes en una calle -basta con recordar el boom comercial de la calle Reyes Católicos desde que se instaló Zara-, lo que acaba beneficiando a todos los establecimientos de la zona. Pero, por otro lado, la competencia de estas grandes enseñas es prácticamente imbatible.
Aunque Oviedo indica que no todas las franquicias son iguales, sí que reconoce que aquellas cadenas que cuentan con fabricación propia y, por tanto, tienen unos márgenes enormes, "perjudican", y mucho, al comercio local. "Hacen mucho daño porque tienen precios con los que no se puede competir", asegura.
De hecho, la mejor prueba de que la llegada de una franquicia es una amenaza para algunos comercios locales es el hecho de que los pocos comercios tradicionales que aún quedan en la Milla de Oro son, sobre todo, zapaterías, que ofrecen un producto de calidad infinitamente superior al que ofrecen las grandes cadenas y con precios bastante similares. Sin embargo, pocas son las tiendas de moda que han resistido en estas calles los envites y el potencial acaparador de las grandes cadenas.
Uno de los propietarios de Calzados Nico, José Sánchez, confirma que "poco se puede hacer" para competir contra los márgenes de beneficio de franquicias y cadenas. La histórica tienda de calzado infantil lleva 57 años instalada en la calle Mesones, y ha sido testigo del enorme cambio que ha experimentado la vía. Sánchez reconoce que, por tratarse de un producto tan especializado, el flujo comercial que facilitan las grandes enseñas a la calle Mesones le beneficia, y que, aunque los márgenes de estas grandes empresas son imposibles de igualar, Calzados Nico cuenta con un público fiel que aprecia el trato directo y personalizado. "Cuidamos mucho a nuestras marcas nacionales, dando la mejor calidad a nuestros clientes", explica José.
Gloria Reinoso, de Zapaterías Reinoso, asegura que el potencial del comercio local no está cercado por las grandes franquicias precisamente porque uno y otro ofrecen distintas alternativas. "Creo que el comercio tradicional tiene un público y las cadenas, otro", indica Gloria, que asegura que el cambio de la calle Mesones tiene más que ver con la falta de relevo generacional que con la derrota del comercio tradicional. "Toda la vida ha habido transformaciones y en Mesones lo que ha habido sobre todo son cambios generacionales", explica. El hueco dejado por esos comerciantes tradicionales ha sido ocupado por cadenas, pero la propietaria de Zapaterías Reinoso, que lleva funcionando en la calle Mesones desde 1946, apunta que el éxito de este modelo de comercio depende también de los gustos del consumidor. "La gente es muy ventolera. Ya está pasando que, al salir a la calle y ver que todos van iguales, la gente se pregunta si no hay otro sitio donde vestir diferente".
Además, Gloria Reinoso defiende el potencial del comercio local, que, por su relación directa con las fábricas, puede tener "personalidad y estilo propio". La clave para sobrevivir, por tanto, está en "diferenciarse" de las grandes cadenas, y no hay mejor manera de hacerlo que ofrecerle al cliente un "trato personal" y profesional.
Enrique Navarro es otro superviviente entre grandes superficies. Su relojería lleva 46 años en la calle Recogidas, y ha sido testigo de primera mano de la profunda transformación que ha sufrido la vía -ampliación de las aceras y eliminación de los aparcamientos mediante- hasta convertirse en parte de la Milla de Oro granadina. Aunque reconoce que el comercio tradicional está en minoría, en su caso asegura que la llegada de las cadenas y del tráfico comercial que traen con ellas le ha beneficiado. "Cuanta más gente pase, mejor, porque habrá más movimiento", explica Enrique, que confía en salvar el salto generacional y que Relojerías Navarro continúe una trayectoria de casi medio siglo con su hijo al frente.
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