No hace falta vivir una gran tragedia para arrastrar un trauma. La acumulación de situaciones 'menores' del día a día puede resultar igual de devastadora para nuestra salud mental
«Cuando hablamos de sucesos traumáticos nos solemos referir fundamentalmente a catástrofes naturales, agresiones, abusos, guerras... porque es la forma más sencilla de visualizar y entender un trauma a pie de calle. Sin embargo, ahora sabemos que hechos aparentemente menores y repetidos en el tiempo pueden llegar a ser igual de devastadores para el bienestar emocional de algunas personas», aclara la psiquiatra Rosa Molina en su libro 'Los microtraumas. Cómo identificar tus heridas emocionales para que tu pasado no condicione tu futuro' (Ed. Planeta).
La experta se refiere a situaciones tan cotidianas como una ruptura de pareja o incluso recibir críticas en el trabajo. «Este tipo de acontecimientos se consideran estresantes para cualquier individuo, pero generalmente solo lo desestabilizarían durante un tiempo limitado. Sin embargo, pueden convertirse en un suceso traumático para otras personas, que necesitarían ayuda o tratamiento psicológico para poder superarlo. Esta reacción puede estar causada por un estado previo de vulnerabilidad por parte del sujeto, pero también por el efecto acumulativo de diferentes sucesos similares y su tendencia a repetirse a lo largo del tiempo», precisa la psiquiatra del Hospital Universitario Clínico San Carlos (Madrid). En otras palabras, nuestro cerebro puede con todo, pero no con todo a la vez.
Daños sutiles
Los especialistas en salud mental distinguen desde hace tiempo entre los traumas, que aparecen como consecuencia de un único suceso de máxima intensidad (abres un grifo de agua y el vaso se desborda), y los microtraumas, «que se desencadenan a raíz de una acumulación de situaciones de menor intensidad, pero que acaban teniendo un impacto negativo en el individuo» (un centenar de cucharaditas de agua también pueden desbordar el vaso).
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