Gemma fue madre hace once años y, desde entonces, recorre más de 60 kilómetros en bicicleta para visitar al Cristo de la Luz en su día grande. «Vengo desde Roquetas de Mar. Fue una promesa que mi marido hizo para que todo saliera bien», nos cuenta justo a su llegada a Dalías, a los pies de la escalinata de la parroquia Santa María de Ambrox.
María, daliense de nacimiento y de corazón, se fotografía en la plaza del pueblo arropada por toda su familia. Tiene más de 80 primaveras y está feliz por poder celebrar un año más el tercer domingo de septiembre. Muy cerca, Soledad compra velas con su nieto para recorrer las calles por las que habitualmente desfila la venerada imagen en procesión, como manda la tradición, y Fernando aguarda la cola para poder visitar a su Cristo. No es «demasiado devoto», nos confiesa, pero «soy de Dalías». A escasos metros, las traca que estallaría anoche tras el cierre de esta edición ya estaba preparada. En el interior del templo, se dice la Misa Mayor y, ordenadamente y previo control de seguridad para respetar el aforo, los fieles acceden al interior con mascarilla para encomendarse a su Cristo.
Esta es la imagen que presentaba ayer, tercer domingo de septiembre, el punto más concurrido de la comarca del Poniente de Almería. Las agujas del reloj rozan la una del mediodía, uno de los momentos más emotivos de las fiestas en honor al Santo Cristo de la Luz de Dalías: su 'bajada' desde el altar. Debido a la crisis sanitaria y con el objetivo de evitar aglomeraciones, en la mañana de ayer no hubo bajada. De forma simbólica, los dalienses extendieron sus brazos al cielo, cantaron su himno y dispararon miles de cohetes en su honor. Un año más, la imponente imagen se quedó 'en casa', pero fuero miles de persona las que acudieron en su búsqueda. Llegan principalmente desde El Ejido, Adra, Berja, Roquetas de Mar y Almería, pero también desde otros puntos de la geografía española.
Promesas y pólvora
Como cada tercer domingo de septiembre, la pólvora estuvo presente a lo largo de toda la jornada. Las previsiones hablaban de más de 2.000 docenas de cohetes gracias al esfuerzo de las peñas coheteras y del propio Ayuntamiento de Dalías, volcados en mantener una tradición que traspasa las fronteras de esta localidad de apenas 4.000 habitantes.
Aunque el Cristo de la Luz no salió a la calle, Dalías recordó ayer su salida en procesión -a las ocho y media de la tarde- con un estallido de pólvora. Algunos devotos, por su parte, recorrieron a pie y con velas el tradicional recorrido de la venerada imagen en su día grande. ´
Horas después, poco antes de alcanzar las doce de la noche y coincidiendo con su regreso al templo, llegó el momento más sonoro. El cielo de Dalías se iluminó bajo un manto de cohetes, tracas y bombas. Un año más, la noche se hizo día. Con esperanza de reencontrarse con Él el próximo año, Dalías y los dalienses volvieron a encomendarse a su Cristo.
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