EFE: VERDE: La imaginería animal como herramienta de investigación de la naturaleza
Resinas sintéticas, escayolas extraduras y poliespán son los materiales con los que el artesano y pionero en imaginería naturalista, Javier Murillo, ha creado réplicas de animales de tal realismo que sus obras contribuyen a investigación y divulgación e incluso a “generar empatía” por los animales.
Aficionado a la observación ornitológica, Murillo fusionó el conocimiento adquirido en la Escuela de Artes y Oficios en Pamplona con su pasión por la Naturaleza y empezó a crear sus “figuras variadas” en 1990 empleando “ilustraciones de calidad y muchísimas fotos” que le permitieran recabar la información suficiente para replicar al animal, siempre “desde mi propio estilo”.
Posteriormente, sus composiciones empezaron a ser utilizadas en los centros de interpretación y para estudios de etología, “sobre todo en aves”, ya que sus reproducciones pueden emplearse incluso como señuelos a la hora de ahondar en el estudio del comportamiento animal.
Réplicas para investigación
De hecho, investigadores del departamento de Zoología de la Universidad de Granada contactaron con Murillo para utilizar sus réplicas como objetos de estudio y comprobaron que, efectivamente, “funcionaban” porque “algunas de ellas llegaron a sufrir ataques de rapaces, que las confundieron con presas reales”.
El Centro Superior de Investigaciones Científicas ha llegado a encargarle representaciones de pájaros como el martín pescador, la abubilla o el abejaruco, que destacan todos ellos por ser “muy coloridos”, así como una reproducción de los mismos animales “pero con colores discretos y marrones, para ver cómo influían las distintas tonalidades a la hora de sufrir depredación”, ha detallado.
También ha tenido oportunidad de replicar otras aves como el papamoscas cerrojillo, en la investigación sobre las diferencias entre machos y hembras en cuanto al color de cada género.
Empatía y atracción
El realismo de algunas de las especies sobre las que ha trabajado ha transformado, afirma, la percepción de algunas personas a la hora de observar a los animales porque “a la gente le parecen bonitas y atractivas” aunque otras “han podido sentir rechazo o asco” por algunas réplicas como la del sapo.
En casos como el de los insectos o serpientes, animales ante los cuales los ciudadanos “pueden tener rechazo o fobias”, la contemplación de sus piezas “han permitido que el animal sea visto con otros ojos y las personas puedan apreciar con detalle la belleza de su expresión”.
Respecto a las prácticas de taxidermia, defiende su trabajo como opción alternativa, ya que evita la muerte del animal que luego va a ser disecado y además los ejemplares así preparados pueden sufrir ataques de polilla, polvo y contaminación, los cuales “se adhieren a los tejidos orgánicos del pelo y de las plumas” y los estropean.
De todas formas, con el paso de los años “los museos se han ido transformando y algunos ya han abandonado la idea de añadir piezas disecadas”, ha añadido.
Arte para expresar la realidad
El confinamiento forzado a partir de la crisis sanitaria del coronavirus interrumpió la actividad de Murillo, igual que la de tantos otros sectores de la economía española, por lo que “a pesar de que adoro mi trabajo, he tenido que jubilarme”.
Murillo no cree que la era digital y la impresión 3D lleguen a superar las piezas artesanales que él creó, basadas en el arte, la paciencia y la precisión en la aplicación de color con pinceladas de pintura plástica acrílica, pues necesitan un grado de detalle que sólo el ojo humano puede apreciar.
Sin embargo, se muestra satisfecho por “la empatía e interés” por los animales que sus figuras realistas han podido generar entre la población, con un “trabajo amable, que ha servido para acercar la Naturaleza a la sociedad”.
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