EL FARO DE VIGO

Las grandes ciudades de Galicia quedarán cerradas perimetralmente a partir de las 12 de la noche del viernes hasta –probablemente– mediados de febrero, sin posibilidad de agruparse en “almendras” dentro de las cuales circular. Además, las reuniones entre no convivientes quedan limitadas a 4 personas, y el toque de queda se adelanta una hora, a las 22.00. La tendencia de la epidemia de COVID-19 es “muy preocupante”, según advirtió ayer el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y por ello, y a instancias del comité clínico reunido el martes, el nivel medio-alto de restricciones se aplica, con carácter general, para toda la comunidad. No es el confinamiento estricto de marzo, posiblemente porque las competencias autonómicas no lo permiten, pero se le parece mucho. Feijóo recalcó que “el único lugar seguro es la unidad familiar tradicional con la que se vive”, y que en todo lo demás “se incrementa de forma exponencial el riesgo de infección”, por lo que rogó a los gallegos salir únicamente para lo esencial.
Para escenificar la gravedad de la situación, que será “muy dura” hasta mediados de febrero, no fue el conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, quien desgranó en la sede de la Xunta las nuevas medidas, sino el propio presidente autonómico. “La situación hospitalaria de Galicia es mejor hoy que cuando tomamos medidas en noviembre –explicó Feijóo–. Pero también es cierto que la progresión es peor que en noviembre”. Las ucis tienen ahora un nivel de ocupación inferior en un 22% al inicio de la segunda onda, y las plantas de hospitalización están un 10% por debajo de los niveles que presentaban cuando se adoptó la batería de medidas para esa segunda ola. Sin embargo, Feijóo pidió no quedarse con esa “foto fija”, ya que “la progresión ha sido muy elevada en los últimos días”: la incidencia acumulada a 14 días “sigue en aumento de una forma notable y claramente preocupante: 325, prácticamente el doble que hace un mes”, subrayó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario