EL OCASO DE LOS GORRIONES IDEAL.ES
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NATURALEZA
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El arreglo de viejos tejados, la llegada de aves depredadoras a la ciudad y más contaminación, se barajan como causas de que cada año nazcan menos polluelos
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La primavera de 2015 registra un preocupante descenso en las poblaciones granadinas de una especie unida a los núcleos urbanos desde hace milenios
El piar es continuo e insistente. Procede de las valonas de las
palmeras, de los huecos que se crean entre las palmas viejas y nuevas,
que parejas de gorriones ocupan cada año para hacer sus nidos y
conseguir sacar adelante a sus polluelos. Es un sonido inconfundible que
se repite en zonas urbanas, cortijos, parques, en lugares frecuentados
por el hombre y que, tradicionalmente, han sido hábitat de esta pequeña
ave con la que se relaciona desde hace 4.000 años y que desde Eurasia y
el norte de África se ha extendido a todo el mundo.
En abril y mayo de 2015, el particular bullicio de las colonias de gorriones no parece el mismo que en años anteriores, ha disminuido de forma considerable. Hay menos actividad en las áreas de reproducción que tradicionalmente han ocupado en pueblos, cortijadas, playas, plazas y jardines de la provincia de Granada. Durante el pasado mes de diciembre durante un congreso especializado, la Sociedad Española de Ornitología alertó de la merma en las poblaciones de gorrión de toda España, incluso en el sur, donde las áreas rurales han experimentado cambios drásticos en sus cascos urbanos y en el uso de la tierra. Según los censos realizados por SEO/Birdlife, las poblaciones se han reducido en más de un 10% en los últimos años, pero temen que para esta primavera, la reducción pueda triplicar este porcentaje.
Nadie sabe con seguridad las causas que han motivado el declive de estas aves consideradas urbanitas, pero hay una serie de circunstancias que pueden ofrecer una explicación razonable al ocaso de los gorriones. «Cada vez hay menos lugares donde pueden anidar, ya que no se hacen tejados con huecos entre las tejas. Los edificios no tienen grietas, las viejas casas se restauran y los cerramientos de terrazas y balcones son cada día más habituales en las viviendas. Los gorriones no encuentran un lugar adecuado para reproducirse», afirma Juan Francisco Jiménez, responsable andaluz de censos de SEO. En los parques y calles de las ciudades hay menos árboles de gran porte y en las áreas rurales, en cortijos y pueblos, las construcciones son cada vez más herméticas y sin posibilidades de ser colonizadas.
A este problema se añade el incremento del uso de pesticidas en los espacios agrícolas y la contaminación del aire en las ciudades. En la provincia de Granada, especialmente en la costa, la plaga de picudo rojo, que ha destruido miles de palmeras, ha acabado, de un año para otro, con los árboles en los que los gorriones hacían sus nidos y se refugiaban del ataque de sus enemigos. También ha influido el éxodo de otras aves hacia los núcleos urbanos en busca de alimentos, como urracas y arrendajos, que se comen los huevos y a los polluelos de gorrión, que se ven atacados también por cernícalos (que acuden a cazar a los dormideros de gorrión a pesar de que habitualmente comen micromamíferos y reptiles), mochuelos, búhos, águila calzada, culebras y también gatos.
La esperanza sobre la pervivencia de la especie se basa en la gran capacidad de adaptación de los gorriones, que han demostrado que es posible encontrar el hueco para construir su hogar en elementos tan ajenos y desconocidos para ellos como los paneles metálicos y aglomerados que recubren los edificios.
La denominación de especie, Passer domesticus, indica claramente su relación con la actividad humana, y son tan conocidos por todos que su nombre de género sirve para nominar a un orden científico de aves, Passeriformes, que significa con forma de Passer, es decir, de gorrión, en el que se incluyen especies tan conocidas como jilgueros, ruiseñores, pardillos y mirlos.
Están tan estrechamente ligados a la humanidad que se ha constatado que cuando una aldea o un pueblo es abandonado, desaparecen los gorriones, una afirmación que plantea una pregunta a la inversa: cuando no haya gorriones, ¿qué pasará con el hombre?
En abril y mayo de 2015, el particular bullicio de las colonias de gorriones no parece el mismo que en años anteriores, ha disminuido de forma considerable. Hay menos actividad en las áreas de reproducción que tradicionalmente han ocupado en pueblos, cortijadas, playas, plazas y jardines de la provincia de Granada. Durante el pasado mes de diciembre durante un congreso especializado, la Sociedad Española de Ornitología alertó de la merma en las poblaciones de gorrión de toda España, incluso en el sur, donde las áreas rurales han experimentado cambios drásticos en sus cascos urbanos y en el uso de la tierra. Según los censos realizados por SEO/Birdlife, las poblaciones se han reducido en más de un 10% en los últimos años, pero temen que para esta primavera, la reducción pueda triplicar este porcentaje.
Nadie sabe con seguridad las causas que han motivado el declive de estas aves consideradas urbanitas, pero hay una serie de circunstancias que pueden ofrecer una explicación razonable al ocaso de los gorriones. «Cada vez hay menos lugares donde pueden anidar, ya que no se hacen tejados con huecos entre las tejas. Los edificios no tienen grietas, las viejas casas se restauran y los cerramientos de terrazas y balcones son cada día más habituales en las viviendas. Los gorriones no encuentran un lugar adecuado para reproducirse», afirma Juan Francisco Jiménez, responsable andaluz de censos de SEO. En los parques y calles de las ciudades hay menos árboles de gran porte y en las áreas rurales, en cortijos y pueblos, las construcciones son cada vez más herméticas y sin posibilidades de ser colonizadas.
Perseguidos
Las naves agrícolas eran muy utilizadas por estas aves, pero los
agricultores no quieren que se acumulen decenas de nidos entre vigas,
traviesas y portones, por lo que en muchos casos, los eliminan y con
ello reducen drásticamente las posibilidades de pervivencia de la
especie.A este problema se añade el incremento del uso de pesticidas en los espacios agrícolas y la contaminación del aire en las ciudades. En la provincia de Granada, especialmente en la costa, la plaga de picudo rojo, que ha destruido miles de palmeras, ha acabado, de un año para otro, con los árboles en los que los gorriones hacían sus nidos y se refugiaban del ataque de sus enemigos. También ha influido el éxodo de otras aves hacia los núcleos urbanos en busca de alimentos, como urracas y arrendajos, que se comen los huevos y a los polluelos de gorrión, que se ven atacados también por cernícalos (que acuden a cazar a los dormideros de gorrión a pesar de que habitualmente comen micromamíferos y reptiles), mochuelos, búhos, águila calzada, culebras y también gatos.
La esperanza sobre la pervivencia de la especie se basa en la gran capacidad de adaptación de los gorriones, que han demostrado que es posible encontrar el hueco para construir su hogar en elementos tan ajenos y desconocidos para ellos como los paneles metálicos y aglomerados que recubren los edificios.
La denominación de especie, Passer domesticus, indica claramente su relación con la actividad humana, y son tan conocidos por todos que su nombre de género sirve para nominar a un orden científico de aves, Passeriformes, que significa con forma de Passer, es decir, de gorrión, en el que se incluyen especies tan conocidas como jilgueros, ruiseñores, pardillos y mirlos.
Están tan estrechamente ligados a la humanidad que se ha constatado que cuando una aldea o un pueblo es abandonado, desaparecen los gorriones, una afirmación que plantea una pregunta a la inversa: cuando no haya gorriones, ¿qué pasará con el hombre?
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