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LA COSECHA MAS PROVECHOSAS
Seis familias azotadas por el desempleo
cultivan un huerto social puesto en marcha por Cáritas para generar
empleo y favorecer el autoabastecimiento La experiencia ha cambiado sus
vidas
Cuando uno se ha movido en "un estatus laboral considerable" y,
de repente, se ve "tan abajo", subir el escalón para pedir ayuda no es
nada sencillo. Pero, una vez superado el escollo, la aceptación se
vuelve gratitud. Así lo siente Leonardo Jaldón Mora, un oficial de
primera que conducía camiones pesados, de minería, hasta hace casi un
año. Azotado por "ese látigo del desempleo del que nadie está exento ni
se libra", a sus 45 años acaba de solicitar la prestación por
desempleo, 420 euros que le servirán para pagar la hipoteca. Comer y
abonar las facturas de luz y agua serán cosa aparte. La acción requerirá
imaginación, organización y ayuda.
El abismo de Leonardo se hizo más pequeño hace unos meses, cuando tuvo la oportunidad de formar parte de una iniciativa promovida por Cáritas Diocesana en Tharsis, localidad en la que reside junto a su mujer, que también está parada, y sus tres hijos, de 16, 12 y siete años. Porque Leonardo pertenece a una de las seis familias que desde marzo trabajan un huerto social sobre una parcela cedida por el Ayuntamiento de la localidad para el cultivo y autoabastecimiento.
El objetivo es dejar de lado el asistencialismo y conseguir que estas familias tengan una fuente de ingresos a corto plazo y puedan autoabastecerse con productos de la huerta. La medida llega a unas 30 personas en una población especialmente deprimida desde el cierre de la mina. Esta actividad se ha puesto en marcha gracias a la financiación de la Obra Social de La Caixa, que ha aportado 6.000 euros.
La experiencia, tal y como relata este usuario, "aporta muchísimo" porque, más allá de la ayuda socioeconómica y alimenticia que ofrece, te permite trabajar lo que tú mismo te llevarás después a casa". Así, Cáritas aporta las herramientas y "de ti depende usarlas bien". Posibilita, además, un alto grado de convivencia con los compañeros y sirve para desconectar la mente.
"Sin el huerto mi vida sería muy diferente, es importantísimo. Sólo el saber que hay un grupo de personas que se dedican a atender a otras de forma desinteresada, y sentir que cuentas con ese apoyo, te hace muy grande. Te ayuda a levantarte cuando estás derrumbado porque te has caído. Y me levanta el ánimo, ya que hace que me sienta útil. Incluso te permite la opción de ayudar a otras personas, ya que de lo que siembro saco para mi, para mi suegra, que no le llega para comer, y tengo otro hermano al que ayudo cuando puedo", comenta.
Para Bartolomé Martín Redondo, otro de los usuarios del huerto social, también es muy importante el beneficio social. Tener una ocupación, una distracción y responsabilidad es vital para él. "Es desesperante estar todo el día pensando y sin hacer nada. Hace que me sienta útil, a mis 49 años pertenezco a un tramo de edad complicado y por muchos curriculum que eche en las empresas echas es difícil encontrar trabajo", señala.
Este tharsileño que está parado tres años se dedicaba al montaje industrial, actividad que "se paralizó "cuando dejaron de llegar subvenciones de Europa y ahora mismo no hay muchas obras de infraestructuras grandes". En estos momentos Bartolomé cobra el RAI, una prestación que se le acabará en febrero.
Según explica la responsable de Cáritas en Tharsis, Juani Mora, el origen del huerto social está en un taller de empleo dedicado a plantas aromáticas que se llevó a cabo en una parcela del Ayuntamiento. Al finalizar, Cáritas pensó en hacer un huerto social en la localidad, donde la organización cuenta con un gran número de usuarios debido al desempleo que sufre el municipio. Al Ayuntamiento le pareció bien la idea y presentaron el proyecto a la Fundación La Caixa.
La tierra, una hectárea ubicada en una zona llamada Huerta Grande, está dividida en ocho parcelas -seis para familias, una para Cáritas y otra que será ocupada después de que su usuario haya encontrado trabajo-. El terreno se encontraba totalmente descuidado: había un pastizal frondoso, por lo que Cáritas buscó colaboración implicando tanto a las personas que después serían partícipes del mismo como a otras personas del territorio. Una vez limpio de pastizal, y preparado para el compostaje, se parceló el terreno y se inició la preparación para la plantación de productos de verano. Tras la primera cosecha, en estos momentos hay sembradas coles, coliflores, brócoli, zanahoria, judías, guisantes y habas. En el futuro, además, está proyectado el montaje de un gallinero.
"Todos los usuarios siembran lo mismo. Cada uno es responsable de su parcela y el grupo está bien coordinado. La actividad les ayuda a que no cunda el desánimo entre quienes no encuentran empleo tras bastante tiempo. Intentamos crear en ellos un hábito de trabajo y que tengan algo en que pensar cuando se levanten", explica Mora.
Pero, además, la actividad se acompaña de una parte de habilidades sociales, orientación laboral e iniciación informática, tal y como explica Isabel Fuentes. La técnico valora que los resultados obtenidos en los aún escasos meses de trabajo "no pueden ser más fructíferos en el aspecto humano, que por supuesto prevalece al material".
No importa que la producción sea más o menos abundante, lo que impera son los momentos que allí comparten los participantes, la convivencia, la cohesión grupal, el sentirse valorados y apoyados, la ayuda mutua, la escucha, la motivación, el esfuerzo, la responsabilidad y el compromiso adquirido.
El abismo de Leonardo se hizo más pequeño hace unos meses, cuando tuvo la oportunidad de formar parte de una iniciativa promovida por Cáritas Diocesana en Tharsis, localidad en la que reside junto a su mujer, que también está parada, y sus tres hijos, de 16, 12 y siete años. Porque Leonardo pertenece a una de las seis familias que desde marzo trabajan un huerto social sobre una parcela cedida por el Ayuntamiento de la localidad para el cultivo y autoabastecimiento.
El objetivo es dejar de lado el asistencialismo y conseguir que estas familias tengan una fuente de ingresos a corto plazo y puedan autoabastecerse con productos de la huerta. La medida llega a unas 30 personas en una población especialmente deprimida desde el cierre de la mina. Esta actividad se ha puesto en marcha gracias a la financiación de la Obra Social de La Caixa, que ha aportado 6.000 euros.
La experiencia, tal y como relata este usuario, "aporta muchísimo" porque, más allá de la ayuda socioeconómica y alimenticia que ofrece, te permite trabajar lo que tú mismo te llevarás después a casa". Así, Cáritas aporta las herramientas y "de ti depende usarlas bien". Posibilita, además, un alto grado de convivencia con los compañeros y sirve para desconectar la mente.
"Sin el huerto mi vida sería muy diferente, es importantísimo. Sólo el saber que hay un grupo de personas que se dedican a atender a otras de forma desinteresada, y sentir que cuentas con ese apoyo, te hace muy grande. Te ayuda a levantarte cuando estás derrumbado porque te has caído. Y me levanta el ánimo, ya que hace que me sienta útil. Incluso te permite la opción de ayudar a otras personas, ya que de lo que siembro saco para mi, para mi suegra, que no le llega para comer, y tengo otro hermano al que ayudo cuando puedo", comenta.
Para Bartolomé Martín Redondo, otro de los usuarios del huerto social, también es muy importante el beneficio social. Tener una ocupación, una distracción y responsabilidad es vital para él. "Es desesperante estar todo el día pensando y sin hacer nada. Hace que me sienta útil, a mis 49 años pertenezco a un tramo de edad complicado y por muchos curriculum que eche en las empresas echas es difícil encontrar trabajo", señala.
Este tharsileño que está parado tres años se dedicaba al montaje industrial, actividad que "se paralizó "cuando dejaron de llegar subvenciones de Europa y ahora mismo no hay muchas obras de infraestructuras grandes". En estos momentos Bartolomé cobra el RAI, una prestación que se le acabará en febrero.
Según explica la responsable de Cáritas en Tharsis, Juani Mora, el origen del huerto social está en un taller de empleo dedicado a plantas aromáticas que se llevó a cabo en una parcela del Ayuntamiento. Al finalizar, Cáritas pensó en hacer un huerto social en la localidad, donde la organización cuenta con un gran número de usuarios debido al desempleo que sufre el municipio. Al Ayuntamiento le pareció bien la idea y presentaron el proyecto a la Fundación La Caixa.
La tierra, una hectárea ubicada en una zona llamada Huerta Grande, está dividida en ocho parcelas -seis para familias, una para Cáritas y otra que será ocupada después de que su usuario haya encontrado trabajo-. El terreno se encontraba totalmente descuidado: había un pastizal frondoso, por lo que Cáritas buscó colaboración implicando tanto a las personas que después serían partícipes del mismo como a otras personas del territorio. Una vez limpio de pastizal, y preparado para el compostaje, se parceló el terreno y se inició la preparación para la plantación de productos de verano. Tras la primera cosecha, en estos momentos hay sembradas coles, coliflores, brócoli, zanahoria, judías, guisantes y habas. En el futuro, además, está proyectado el montaje de un gallinero.
"Todos los usuarios siembran lo mismo. Cada uno es responsable de su parcela y el grupo está bien coordinado. La actividad les ayuda a que no cunda el desánimo entre quienes no encuentran empleo tras bastante tiempo. Intentamos crear en ellos un hábito de trabajo y que tengan algo en que pensar cuando se levanten", explica Mora.
Pero, además, la actividad se acompaña de una parte de habilidades sociales, orientación laboral e iniciación informática, tal y como explica Isabel Fuentes. La técnico valora que los resultados obtenidos en los aún escasos meses de trabajo "no pueden ser más fructíferos en el aspecto humano, que por supuesto prevalece al material".
No importa que la producción sea más o menos abundante, lo que impera son los momentos que allí comparten los participantes, la convivencia, la cohesión grupal, el sentirse valorados y apoyados, la ayuda mutua, la escucha, la motivación, el esfuerzo, la responsabilidad y el compromiso adquirido.
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